Galle, un oasis colonial en Sri Lanka

Al viajar a Sri Lanka te encontrarás con una naturaleza en estado salvaje que te cautivará desde el primer instante, pero también hay pequeños oasis con ciudades coloniales en los que podrás relajarte. ¿Nuestro preferido de estos oasis? Sin duda, Galle, la ciudad más pintoresca de Sri Lanka.

Galle ha sido una localidad admirada por su encanto natural desde hace cientos de años. Se cree que esta es la ciudad a la que el rey hebreo Salomón mandaba a sus exploradores a buscar el preciado marfil y los pavos reales, tal y como narra la Biblia, lo que nos lleva a hacernos una idea de la cantidad de años que esta región lleva siendo objeto de deseo.

Dejando de lado estos orígenes, Galle fue siempre un puerto relevante. Griegos, romanos, chinos, persas, árabes, indios. Todos llegaban a este puerto a comercializar sus productos. Aunque, tal y como la conocemos hoy en día, fue fundada en el siglo XVI por los portugueses, cuando una flota de viaje a Maldivas se desvió de su recorrido debido a una tormenta y llegó a esta ciudad. Durante esta época se consolidó como el puerto más importante de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka, ejerciendo como uno de los centros comerciales de especies de mayor renombre del mundo.

 

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Posteriormente, en 1640, los portugueses entregaron el control de Galle a la Compañía de las Indias Orientales Holandesas. Ellos fueron quienes construyeron en 1663 la actual fortaleza, ampliando las tres áreas que ya habían sido edificadas y que eran denominadas Sol, Luna y Estrella. Sin embargo, con la llegada de los británicos, que apostaron por Colombo como enclave estratégico de la isla, Galle perdió influencia.

Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988, esta ciudad colonial está situada sobre una península rocosa con un puerto natural con arrecifes coralinos y un casco antiguo que te llevará a otra época. Se encuentra entre las cinco ciudades con más habitantes de Sri Lanka y es actualmente un lugar muy turístico, con casas coloniales restauradas reconvertidas en hoteles y múltiples actividades para los viajeros.

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Lo mejor de Galle: su fuerte

Sin duda, uno de los mejores atractivos turísticos de Galle es su fuerte. Se trata de la mayor fortaleza construida por los europeos en Asia. Y realmente impresiona. Se conserva en perfecto estado, habiendo sido capaz de soportar los embates del tiempo. Incluso, en algunos de los grabados en piedra de las puertas de entrada, aún se pueden ver los símbolos coloniales.

Dentro de sus murallas nos espera una encantadora ciudad, que muestra la influencia de los holandeses, en una mezcla de arquitectura europea con tradiciones del sudeste asiático.

Repleta de casas bajas coloniales, pintadas de colores claros, parece que la vida pasa más lentamente en el centro de esta ciudad, transmitiendo una tranquilidad que hace que tu viaje sea más enriquecedor.

 

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La Torre del Reloj es también uno de los puntos imperdibles de esta ciudad, al ser su emblema. Se encuentra en la zona alta, lo que implica que desde ella se puede observar el resto de la fortaleza colonial.

Lo que más suele encantar a las personas que viajan a Galle es la absoluta tolerancia que se respira en esta ciudad colonial. El viajero observador podrá ver cómo en apenas unos cuantos kilómetros el cristianismo, el islam, el budismo y el hinduismo conviven en perfecta armonía.

Los centros de culto de todas estas religiones son comunes en la ciudad, y todos sus fieles hacen gala de una tolerancia ejemplar que debería extrapolarse a todas las regiones del mundo.

Un espectacular faro blanco rodeado de palmeras que guía a los marineros

 Para los más bohemios, el gran monumento de Galle es el faro blanco que se encuentra al final de la ciudad. Desde allí, se puede observar a todo el Océano Índico en su plenitud, así como la Pagoda de la Paz, un obsequio de Japón situado en una colina cerca de Unawatuna, en los días de mayor visibilidad.

Rodeado de palmeras, este faro guía a los marineros a la entrada al puerto de la ciudad y les alerta de las peligrosas rocas que lo rodean. Construido en 1938, después de que el original quedará destruido por un incendio en 1934, se localiza exactamente en el mismo lugar desde el que el antiguo faro iluminaba esta isla cuando los navegantes europeos se aventuraban a cruzar el Océano Índico.

 

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Después de observar el faro, es necesario dar una vuelta por la playa y ver cómo viven los marineros de esta zona, que acostumbran a vender su pescado fresco mientras otros barcos siguen pescando justo detrás de ellos. Son este tipo de experiencias las que harán que tu viaje a Sri Lanka sea realmente especial.

¡Un consejo bonus! Durante tu parada en Galle no puedes dejar pasar la oportunidad de degustar los mejores tés del país en sus pequeños establecimientos. ¡Son los más deliciosos del mundo!

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